Soy un consumidor de poesía, de la peruana en especial. Sin embargo, confieso que poco o nada sabía de la obra del vate arequipeño Edgar Guzmán (1935-2000). Por eso, Obra poética completa (Cascahuesos Editores/Editorial UNSA, 2010) llena un vacío, literario y ético, para todo aquel que se precie poeta o amante de la poesía.
Las más de 300 páginas nos adentran en una voz peculiar. Cronológicamente, Guzmán pertenece a la generación del 50. Y por lo leído, creo que nuestra crítica periodística y académica nos debe una explicación. Cuando terminé de leer el libro me quedé pensando en los circuitos ocultos que se tejen en la crítica literaria made in Perú (menos González Vigil, que sí se ha ocupado de Guzmán). Y con el perdón de los hinchas, pero si de algo estoy seguro es que estamos ante una propuesta coherente y deslumbrante, que deja por los suelos, y lo digo con todo respeto y franqueza, a las de Sologuren, Varela y Belli. Entonces, no sería nada raro proponer una mirada objetiva hacia lo que en décadas pasadas se ha escrito en el interior del país (¿qué nos asegura que no haya otros grandes narradores y poetas ninguneados por el ombliguismo limeño). Es decir: no se puede ser tan mezquino y bestia a la vez… Guzmán no es un buen poeta. Guzmán es Imponente y merece sí o sí figurar entre lo más destacado de la mejor generación literaria peruana del siglo pasado.
La publicación incluye los siguientes títulos: ‘Hilos’, ‘Poemas sueltos’, ‘Perfil de la materia’, ‘Rondando la casa de la Dickinson’ y ‘Trilogía del mar’. Y sirve de mucho el extenso prólogo de Raúl Bueno-Chávez, que nos intenta convencer, más allá de sus sesudas luces sobre el autor, de la importancia del mar como elemento simbólico de su poética, cuando lo cierto es que lo mejor de su proyecto se percibe durante su iniciática etapa de búsqueda temática, en la que encontramos a un Guzmán angustiado, una voz tenue que pisa firme pero con curiosidad, donde empezamos a percibir la disposición, en su poesía, de su conocimiento científico, filosófico, literario y político, sin caer en los parámetros de la época rubricada por la discusión entre poesía pura y poesía social. Obviamente, a los años ese tipo de cruces nos parecen bizantinos, pero es muy fácil hablar desde la comodidad de la lejanía.
* Tomado del blog La fortaleza de la soledad.
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