Escribe Darwin Bedoya
Dabai, Chelo, dabai, (Cascahuesos editores, 2011, 112 pp.) de Giovanni Barletti, (Moquegua, 1988) es un conjunto de relatos que propone un recorrido por los territorios que delimitan la realidad y la imaginación del autor, que no sólo vierte aquí sus recuerdos, sino que indaga y se adentra en la memoria colectiva donde residen las verdades ocultas y notorias que posee el ser humano del siglo XXI, aquellos seres que son los referentes-protagonistas directos de estas historias. Aquí se desplazan los personajes que están sacados de una realidad contemplada; pero sus actos y palabras, como en toda la arquitectura de esta prosa, son fruto de la más descarada, descarnada, divertida e irreverente ficción. Palpando en los recuerdos —provenientes de la realidad—, el autor ha construido una colectividad para hablar del desgarro que supone vivir en un mundo sórdido donde no hay lugar para la ingenuidad. Estos sitios son los mismos que ahora invitan al lector a pasear por un espacio, aparte de realista, dolorido, cruel y contradictorio a partes iguales.
Estos textos, a veces, inquietantes, a veces conducentes a la reflexión sobre las distintas aristas de la condición humana, a veces intuitivos de un destino que no es el correspondido, poco a poco nos va mostrando en cada espacio narrativo una revisión y actualización de temas que incluyen humor, sexo, amor, pobreza, muerte, etc. En Dabai, Chelo, dabai ocurre un acercamiento a la materia oscura del paso del tiempo, del enigma que atraviesan en la actualidad las sociedades, especialmente las urbanas. Barletti ha sabido darle intensidad a sus argumentos, con las visiones de un cuidadoso espectador que a veces abandona su lugar de contemplación para confundirse o mimetizarse con las escenas y personajes que va vislumbrando. Cada relato de este libro es una esquirla que, como un puzzle, se va incrustando en las otras para recomponer el azogue donde se refleja la vida en un espacio que tiene que ver con el sur peruano, tomado como ámbito real o territorio ficcional.
Los relatos que componen este libro: “Como quien no quiere la cosa”, “Dabai Chelo, dabai”, “Rojizo” y “El detective salvaje”, se expanden como sugestivos universos donde apetece quedarse, tal vez el lenguaje coloquial tenga algo de culpa en esto. Pero estas historias también vienen a ser espacios en los que no será fácil mantenerse al margen de los sucesos-historias que entreabren despacio —pero asertivamente— el deseo por la indagación, la imaginación y la sapiencia que giran en torno a algunos asuntos recurrentes en nuestras vidas: los vacíos, las pérdidas, las desesperanzas y las ausencias, en este caso relacionadas, otra vez, con el desgaste del tiempo. Según veo, no todas las veces se puede escribir sólo desde y sobre la propia ficción. También la otra opción real es literatura que interesa y sirve para desalojar, despojar y vaciar ciertas habitaciones imaginarias llenas de trastos útiles-inútiles.
En “Como quien no quiere la cosa”, el amor se escribe con los silencios, la música y las huellas en la superficie de las cosas. Lo esencial, presente y oculto día tras día, enreda la vida de Meche, Mario, Tavo y Analú, todos ellos deben enfrentarse a sí mismos, a la madurez, a los miedos viejos y a los nuevos, a los caminos que aún no saben que transitarán. ¿Son, fueron, los días más felices?; mientras que en “Dabai Chelo, dabai”, el sexo, el enamoramiento, las aspiraciones, el desamor, la frustración, los viajes y las exploraciones nos muestran cómo va transcurriendo la vida y las formas en que el autor va ahondando en la realidad para desatar una experiencia sensorial, propia e intensa, marcada por el ritmo de un estilo contenido y los planos cortos que corresponden al cine. Seguramente que hasta aquí, los personajes de estos dos primeros relatos, son seres que se ven ante la posibilidad de iniciar una vida nueva y diferente, de poder deshacerse del pasado y cumplir esos sueños que nunca tuvieron oportunidad de realizar. Un lugar paradisiaco en el horizonte alimenta aún más, si cabe, estas ansias de cambiar de vida de los personajes. Sin embargo, en el discurrir, pronto advertirán que no es tan fácil desligarse de uno mismo, cambiar de rumbo, dejar a un lado los viejos-cotidianos problemas que ocurren en cada lugar del mundo donde es posible hacer escala hacia un sueño y empezar todo de nuevo, por última vez.
Narrado en un estilo fresco y ágil, no exento de agudeza humorística, en un escenario actual y con abundancia de sucesos, “Rojizo”, el tercer relato del libro, es una huida hacia adelante a la vez que un retroceso hacia el interior de uno mismo, hacia el lugar donde tienen sus raíces esos problemas que tanto tiempo llevamos eludiendo. Rojizo se entrevera en las situaciones políticas, intelectuales, estudiantiles y todas aquellas que la vida de la época universitaria pueda implicar.
En “El detective salvaje”, el relato que cierra el libro y además el más extenso y logrado de todo el conjunto, Giovanni Barletti realiza un considerable ejercicio narrativo a lo largo de esta desconcertante e irónica narración. Aquí el autor, mediante una técnica bastante conocida, implica al lector en el propio texto. Exige su participación para acabar de tejer la urdimbre de identidades ambivalentes que se desarrolla en la historia: una trama que no hace más que reflejar las angustias y emociones de unos personajes que luchan por sobresalir y vencer realidades nada gratas. Toda historia es una incitación que puede derivar en ideas, viajes, recuerdos, alusiones, ambiciones, fracasos, las mismas que envuelven a Ismael Salas, El detective salvaje, un hombre de negocios, de mediana edad, solitario, aventurero, vividor que entre jarana y chamba fantasea con la posibilidad de ser otro, de tener una estabilidad económica que le asegure dinero en el bolsillo. ¿Pero él no sabe cuál es su verdadera vida y qué es lo que le espera al final?
El hilo conductor de estos relatos es revelar el entramado de una realidad extremadamente tensa y contrastante, en la que predominan los sucesos de la vida colectiva e individual no sólo en espacios como en Perú, sino en todo el mundo. Por todo ello, las gentes que nos miran desde estas páginas unas veces naufragan en la tormenta y otras hacen equilibrios imposibles agarrados a un delgado hilo, viven en un infierno aguardando el último asalto, caminan hacia la luz desde el anonimato. Son triángulos escalenos que crujen a la salida de un callejón. La imperfección y el desorden. Personajes de carne y hueso, tan parecidos a nosotros en sus virtudes y defectos, los desheredados de la Tierra, olvidados, oprimidos que esperan un mundo mejor. Sobre ellos el autor deposita una mirada crítica, ácida en ocasiones, en ocasiones cariñosa y a veces memorable.
Más que un libro de cuentos, Dabai Chelo, dabai, es una narración coral que trasluce el desasosiego, el sufrimiento y la dolorosa belleza de una época que hoy nos refleja, nos irrita, nos conmueve y nos cambia y nos acaba.
Dabai, Chelo, dabai
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