En su reconocida columna “El barco ebrio” que el poeta Alfredo Herrera tiene en el diario Los Andes de Puno apareció hace algunos días un comentario respecto a dos libros de narrativa, y uno de ellos es La prosperidad reclusa de Orlando Mazeyra Guillén. Herrera dice con respecto a Mazeyra:
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Mazeyra Guillén
El segundo libro de este joven narrador reúne 23 relatos con una personalísima carga de violencia urbana y reflexión existencialista, un tono que nos lleva directamente a poner atención más en el autor que en el trasfondo de sus historias.
En una ciudad como Arequipa, ya metropolitana y encaminada a un futuro de caos urbano propio de aquellas urbes que se han hecho ganar por el crecimiento demográfico y la necesidad de servicios, la soledad es más dramática, la frustración puede tener desenlaces fatales y el infortunio será una constante entre los jóvenes, Mazeyra logra retratar esas primeras manifestaciones de la desgracia humana, del naufragio personal y el desengaño social.
Lo personajes de La prosperidad reclusa, incluido el propio autor como tal en varias de las historias, están envueltos en dos redes casi imposibles de desenvolver, sus propias vidas y la vida de la ciudad, en la que finalmente son anónimos y excluidos. Esas dos tramas, como dos telarañas que se superponen, marcan el ritmo de la lectura y transmiten en el lector el pavor al fracaso.
Hay en el cuento que presta el título al conjunto, una reflexión del autor sobre la necesidad de salir, de escapar, de buscar un resquicio por donde escurrir el alma para no terminar abatido por el peso de la realidad, y sus personajes tienen en la literatura una esperanzadora rendija:
“—¿Por qué lees tanto? —le pregunté el día anterior a su segundo intento de suicidio.
—Para salir de esta mierda —me dijo sin sacar los ojos de las páginas del libro.
—¿Volverás a intentarlo?
—Ya no —mintió mirándome de reojo, sabía muy bien que me refería al suicidio—. Estoy leyendo Los miserables. Me tomará al menos una semana terminar.”
Prosa dura y directa, humor sarcástico, ambiente sórdido, dudas existenciales, son algunos de los elementos que ha utilizado Mazeyra para ilustrarnos sobre ese drama humano se escurre por las páginas de este libro, a pesar de que en varios pasajes se nota aún la mano joven del autor, y que seguramente se irá afianzando mientras siga ensayando la mejor manera de retratarnos.
* Tomado del diario Los Andes de Puno del 15-05-2010.
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