De las voces que incendiaron la escena en los tempranos setenta, son escasos poetas los capaces de ejercer gravitación sobre el curso que la nave seguiría más tarde. Pimentel y Mora, probablemente, por la trascendencia de sus primeros libros, quedarán como referencias indudables de ese periodo de estallidos, provocaciones al establishment académico y mutación de las sensibilidades. El tercero será Enrique Verástegui (Lima, 1950). En los extramuros del mundo (1971) supuso un hito de la poesía de su tiempo. Hoy, ese texto mantiene su vigencia. Teoría de los cambios (Cascahuesos/Sol Negro, 2009), el nuevo libro de Verástegui, es una inmejorable ocasión para evaluar qué tanto sobrevive del visceral periplo iniciado hace casi cuatro décadas. Porque mucha agua turbulenta corrió bajo los puentes. Aún sobresale una escritura abierta al asombro y a la contemplación de lo real, como en “Atardecer en La Molina” o “Visiones místicas en Huanchaco”, es decir, el Verástegui genuino y abundante. Son t...