Por: Hélard Fuentes Pastor
A mi juicio la poesía del arequipeño Carlos Bellatín Ramos tiene un carácter ‘intimista’. El poemario 55 aleteos/s (Cascahuesos, 2019), me permite sostener dicha afirmación. En Arequipa, también tenemos a otro poeta que trata de explicar la cuestión del ‘Ser’ a partir del ‘origen’ y con el objetivo de definir la significatividad de ocupar un espacio y/o estar presente en su mundo circundante. Me refiero a Heiner Valdivia.
Aquellas relaciones están en el plano poético cuando se habla de germinación, eclosiones y geometría espacial. No sé si los críticos de la Escuela de Literatura de San Agustín, han estudiado los versos que recurren a dichas categorías, pero tengo la impresión que podría tratarse de un tema singular, porque ahora recuerdo a la autora Mirtha Núñez Cueva, cuyos poemas remiten a comentada propuesta; y no sé en qué medida, quizás en su primera etapa, la poesía de Maurizio Medo.
Probablemente, los escenarios que nos plantean dichos autores estén vinculados al ‘Ser’, que ha sido estudiado por pensadores como Heidegger, donde las cosas se explican desde su entorno, pues al estar aislado de otros ‘entes’, pierden su identidad. Un ejemplo clásico es el martillo sin clavos que deja de ‘ser martillo’ y trae abajo todo un sistema de operatividad. El plano poético admite la dimensión del pensamiento, y de forma subjetiva, nos ofrece particulares evidencias.
Ahora quisiera remitirme a los versos de nuestro amigo Carlos Bellatín para observar mentadas relaciones: «mi papá camina: moldea / aristas en el piso / con sus zapatos cúbicos»; «el suelo es momentánea sequedad»; «blanca / blanca sin perfil así es la muerte / desbordante blanca cómica luz»; «se aproxima a ti / la anciana / en sus ojos / se agazapan dos rescoldos / nada pronuncia y pone / cuatro frunas en / tus manos distraídas»; «una Niña / en un jardín / es sol de fantasía», entre otros versos. Aquí se define qué es un ‘zapato cúbico’, ‘suelo’, ‘muerte’, ‘anciana’ y ‘sol de fantasía’.
La mayor evidencia del ‘Ser’ se encuentra en la siguiente estructura: «el amor es una cosa en sí / la cosa en sí es verdadera / la verdad es una categoría del pensamiento / el pensamiento es real en la medida en que es distinto de una piedra / las piedras que crecen y se reproducen se llaman taparacos / los taparacos no saben nada del amor / los humanos decimos de todo sobre el amor /pero ocurre que nos gusta poner nombres a las cosas (…)». Aquí hay sentido y utilidad en cada elemento y, en consecuencia, surgen identidades dadas por el autor y comprendidas por el lector.
Finalmente, deseo expresar la gentileza de Carlos por permitirme leer un poemario sugerente que procura responder a muchas situaciones de la vida partiendo de la funcionalidad de los objetos en su entorno, y alejándonos de la dimensión comentada, significa un recuerdo porque algunos poemas los dedica a los suyos, verbigracia, un autor arequipeño que admiro mucho, Aníbal Portocarrero.
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