Rescate de un poeta imprescindible
A diez años de la muerte de Edgar Guzmán (Arequipa, 1935-2010), la editorial arequipeña Cascahuesos, en coedición con la Universidad Nacional de San Agustín, nos entregan su “Obra poética completa”, con un sustancioso estudio preliminar del conocido poeta y crítico arequipeño Raúl Bueno Chávez (autor también del prólogo al primer poemario publicado por Guzmán: “Perfil de la materia”, 1987) y, a modo de anexos, un dossier con poemas desconocidos de Guzmán, una entrevista, cartas de Juan Ríos y materiales diversos, amén de un álbum fotográfico.
Ya es hora de incluir a Guzmán entre las voces más admirables de una hornada pródiga en notables poetas, la llamada Generación del 50.
Desde sus primeras composiciones, escritas entre 1955 y 1957, difundidas parcialmente entonces, asistimos a la plasmación de un lenguaje poético original, de rara densidad simbólica y pulimento verbal. Por algo, en una comunicación epistolar, el poeta Juan Ríos lo consideró un creador ajeno a la polarización entre poetas ‘puros’ y poetas ‘sociales’ que aquejó a las letras peruanas de la década del 50: “Después de oír a muchos chillones papagayos demagógicos y a algunos afónicos jilgueros puristas, su libro (“Hilos”) seco y viril ha sido para mí una auténtica fiesta del alma” (pág. 302). Insiste en el punto, percibiendo el talento de un gran poeta: “Creo que eres uno de los pocos poetas peruanos que escriben para decir algo. La mayoría se limita a contarnos chistes sentimentales o políticos. O a susurrarnos musicalmente en el oído que no tienen nada —absolutamente nada— que decir. ¡Ojalá sigas hasta el fin el difícil camino que estás recorriendo!” (pág. 311).
Ricardo González Vigil
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